Te llamó princesa
el fin de la carretera,
fin la vida en una habitación.
Te llamó el desfalco de tu risa,
el bosquejo de botellas mentiras
lejos de la ayuda familiar.
Te llamó dios la rentabilidad,
rentable la fe rota
del saxo alto
en el desierto de un club.
En desiertos mínimos,
en teclados negros,
la alteridad cobrada
en pagos fraccionados.
Te llamó prevaricar
la derrota anciana
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Se quiebran mis ojos,
ResponderEliminarel poema desolador de una vida perra,
de una vida a plazos, en cualquier carretera de cuartos, en cualquier alterne sin regreso...
sin futuro.