En la antología próxima de patios,
la eternidad se cobra con piernas.
Dirigiéndome en arcada hacia una
nada más densa,
contradije tus ojos para llegar a
mí.
Absuelvo mi verbo de tus flujos,
en un verano pasado de médulas,
arañando farolas en periferias
residenciales.
El terrible niño egotista se sienta
a ver el mundo,
la flor reventada en el arcén,
jeroglíficos de sexo nuevo
La historia ha borrado las palabras
del dolor que trajo la memoria.
Entre mi espalda y mi hipotálamo
hay
565 maneras de hacerte el amor
y tu frenas tus ojos a la luz;
posibilidad extraña y última de la
luz.