jueves, 24 de marzo de 2011

El baile de Tom Yorke

Ahora sí,
el cielo
se abre diferente.
El niño raro
cobra un tacto
añejo,
de mentiras,
exilios.
Niño poeta
mojado
por la condena
de la voz.
Niño hiperbólico
atado a un mundo
antónimo,
víctima de
esa sed inutil,
la palabra.

3 comentarios:

  1. Esa sed nunca será inutil. Las palabras la aplacarán. Eso seguro.

    Me gusta como escribes.

    UN beso
    Mercedes

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